
Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Foto: Wikimmedia
Obra del argentino Prilidiano Pueyrredón (1823-1870), artista polifacético que destacó por su obra pictórica y por su participación en la restauración arquitectónica de algunos edificios de Buenos Aires.
En 1835 la familia Pueyrredón se mudó a Europa, donde Prilidiano completó sus estudios de pintura en Florencia y llegando a cursar un año académico en París, hasta que por motivos políticos se marcharon de Francia y se instalaron en Rio de Janeiro.
El ambiente liberal y abierto de la capital de Brasil fue el acicate que necesitó Pueyrredón para desarrollar su vocación artística.
Tres años más tarde regresó a París para estudiar ingeniería en el Instituto Politécnico de París.
Regresó finalmente a Buenos Aires en 1854, y puso sus capacidades de ingeniero y arquitecto al servicio de la obra pública de Argentina, participando en proyectos como las obras de restauración y ampliación de monumentos como la Pirámide de la Plaza de Mayo, la Casa Rosada o el diseño de la Plaza de la Victoria.
Prilidiano se hizo famoso en su época por ser el primer pintor de desnudos femeninos en Buenos Aires, como “La siesta” y “El Baño“, en las que reflejó la sensualidad y el erotismo en los cuerpos y las posturas de las mujeres representadas.
Su etapa más prolífica como pintor será tras su vuelta a Argentina en los años 50 y 60, sobre todo retratos para la alta sociedad. Destaca el Retrato de su padre, como una de sus obras más reconocidas.
Pero su mayor aporte a las artes plásticas argentinas fue el desarrollo de la temática arrabalera y gauchesca de acuerdo a la doctrina romántica que aprendió en Europa, incluyendo escenas y paisajes del río de la Plata o de la Pampa.
En estas escenas costumbristas refleja paisajes tomados de la campiña, que además de poseer una elevada fuerza de comunicación guardando una armonía cromática, tienen un elevado valor iconográfico y testimonial.
Puyrredon rompe el esquema compositivo clásico y hacer una visión panorámica típicamente romántica.
En estos cuadros da la sensación de que el artista se ha despojado de todo tipo de prejuicios, como en la siesta y el baño, y representa al hombre y la naturaleza libremente.
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